"...Una síntesis de JFK y Martin Luter King"

Un comentario sobre Barak Obama, que coincide con la percepción no terminada que yo tengo acerca de uno de los candidatos más cercanos a ser presidente de Estados Unidos, que en el texto que sigue trata acerca de "Las Raices de Obama", quien antes de ser político fue escritor y con éxito, cuando publicó: "Sueños de mi padre".

E, independientemente de quién es, o quien puede estar a punto de ser es un testimonio vivo de algo....sea superación, éxito profesional...como quiera darle uno sentido..o como mejor filtre para utilidad de la propia realidad personal.

Fuente: http://www.lostiempos.com

Las raíces de Obama

Obama

Texto | Redacción ¡OH!!

Fotos | Agencias

Personaje | De llegar a la Casa Blanca, el candidato demócrata se convertiría en el primer presidente negro, todo un hito en la historia de Estados Unidos

Estados Unidos está viviendo momentos de cambio. Tiene la posibilidad de que una mujer o un negro asuman la presidencia del país, algo inédito en su historia, y de acuerdo a las encuestas y a las consecutivas victorias electorales que Barak Obama ha ido sumando, parece que lo más seguro será lo segundo. No sólo sería un negro el próximo Presidente, sino que este negro llega desde muy abajo, habiendo atravesado todo tipo de obstáculos, habiendo desnudado todas sus debilidades en un libro que se ha convertido en uno de los más vendidos en Estados Unidos, y mostrándole al mundo que no le incomodan sus raíces, sino todo lo contrario. Su abuela Sarah, una mujer keniana de 85 años, es ya conocida por sus declaraciones a favor del nieto pródigo, al que conoció cuando éste tenía 26 años y las fotos de la mujer, proveniente de la tribu Luo, rodeada por sus gallinas en su humilde casa en los suburbios de Kogelo en Kenia, se han publicado en varios medios internacionales. Sin duda el candidato demócrata es un genuino exponente del cambio que buscan los electores en Estados Unidos y lo está aprovechando al máximo.

El origen

Barak Obama nació en Hawai, hijo de un africano y de una estadounidense. Vivió en Indonesia y se crió varios años con sus abuelos maternos. Fue un adolescente difícil. Se escapaba del colegio para jugar al baloncesto en las calles de Los Ángeles, emborracharse, fumar marihuana y, cuando se lo podía permitir, consumir cocaína. “Al igual que muchos jóvenes negros, flirteé con el peligro y la autodestrucción. Por fortuna, me crié en una familia con unos valores muy fuertes, típicos del Medio Oeste, y pude salir indemne. Yo me drogaba porque quería ahuyentar las preguntas que me atormentaban. ¿Qué significa ser mestizo? ¿Por qué los blancos me consideraban un negro y los negros me miraban con desconfianza? ¿Cómo podía ser útil en una sociedad que no parecía aceptarme? Jugábamos en el terreno de los blancos, con las reglas de los blancos. Si el decano, el entrenador, el profesor quería escupirte en la cara, podía hacerlo. Tu única opción era la retirada, enclaustrarte en tu propio rencor. Y la ironía final es que si te negabas a aceptar la derrota y te enfrentabas a ellos, tenían un nombre para ti: paranoico, extremista”. Sin embargo, la crianza dura pero cariñosa de la madre y los abuelos pudo enderezar al joven que años después decidía estudiar para abogado. Después de licenciarse por la Universidad de Columbia, Barak consiguió un trabajo en una consultoría de empresas multinacionales para pagar los préstamos de su carrera universitaria. “Me sentía como un espía en territorio enemigo. Alarmado de tener secretaria, un traje y dinero en el banco. Salía de una reunión con banqueros japoneses o alemanes y me miraba en el espejo del ascensor, con mi corbata y mi maletín, y por una décima de segundo me imaginaba como un capitán de la industria, ladrando órdenes, cerrando un trato, antes de recordar quién era y quién quería ser, y de sentir remordimientos de conciencia por mi falta de valor”.

Inició su carrera política luego de una ascendente trayectoria profesional en derecho, primero como organizador comunitario y luego en medio de la política local de Chicago.

Con 46 años y en su primer mandato como senador por Illinois, ha protagonizado una ajustada carrera con Hillary Clinton para convertirse en el nominado presidencial del Partido Demócrata. Los cimientos de su trayectoria política pueden encontrarse en el vecindario Hyde Park-Kenwood, un bastión de las políticas liberales, hogar de la University of Chicago y de la organización de derechos civiles Rainbow-PUSH del reverendo Jesse Jackson. Obama sorprendió construyendo un aparato para la campaña presidencial que recaudó más de 130 millones de dólares provenientes de 650.000 donantes. Como un candidato que creció entre blancos en vez de entre negros pobres, Obama se aleja de la escuela de la política afroamericana y no utiliza su origen racial como bandera. Propone cambios, alejando la imagen de los políticos negros como Jesse Jackson, que reclamaron constantemente en contra de la mayoría blanca, poniendo esos votos en contra. El discurso de Obama no contempla reclamos ni resentimientos hacia la postergación. “Obama se está postulando de una forma con la que muchos votantes blancos se identifican mucho’’, dijo Merle Black, especialista en ciencias políticas de la Universidad Emory, de Atlanta. ‘’No los hace sentir culpables. No está dirigiendo una campaña al estilo agresivo de Jesse Jackson ni del Reverendo Al Sharpton (dos polémicos veteranos de la lucha extendida hecha por los ciudadanos afro-americanos por sus derechos legales). Se ha posicionado como el candidato que casualmente tiene la característica de ser negro, en lugar de hacerlo como un candidato negro’’.

Raíces

El padre de Obama, llamado Barak igual que su hijo, era un hombre proveniente de la aldea de Kolego, en Kenia, donde hoy en día continúan viviendo la abuela, madrastra, tíos y sobrinos, quienes han enmarcado varias fotos del candidato demócrata de aquella vez en que éste viajó a conocerlos por primera vez y de su más reciente visita en 2006, cuando miles de personas acudieron a escuchar su mensaje.

Aunque la aldea era pobre, el abuelo Hussein Onyango Obama, había sido un agricultor destacado, así que el padre creció cuidando las cabras y acudiendo a la escuela local, creada por la Administración colonial británica donde ganó una beca para estudiar en una universidad de Estados Unidos, como parte de la primera oleada de africanos enviados a Occidente para dominar la tecnología y volver para poner en marcha una Africa moderna, cuenta Barak en su libro “Sueños de mi padre”.

Barack Obama senior partió hacia la Universidad de Hawai y dejó atrás a su primera mujer, Kezia, que tenía ya un hijo con él (Roy) y estaba embarazada de Auma. El “sueño americano” le estaba esperando en una clase de ruso, donde conoció a Ann Dunham, natural de Kansas. Luchando contra los prejuicios (los matrimonios interraciales estaban prohibidos en 22 estados), el estudiante africano se casó por segunda vez con su novia estadounidense y en 1961 tuvieron su primer hijo, al que decidieron llamar también Barack (‘bendecido’, en swahili). El matrimonio no duró mucho y cuando Barak tenía seis años su madre rehizo su vida con un estudiante indonesio y la familia emigró a Yakarta. La ausencia del padre se convirtió en una cuenta pendiente que el hijo pudo saldar con dolor muchos años después, en su visita a la aldea de donde su padre era oriundo.

De esa primera visita, Barak recuerda los ojos sonrientes de su abuela, y su inmensa fuerza. Ella lo saludó con un apretón de manos diciéndole “hola” en inglés, Obama respondió en la lengua de los Luo: "Musawa". La abuela Sarah contestó entre risas y la hermanastra, Auma, hizo de porteadora e intérprete: "Dice que siempre soñó con este día, cuando finalmente conocería al hijo de su hijo. Dice que le has traído una gran felicidad. Dice que ahora has venido por fin a tu casa".

La abuela le contó toda la historia familiar, y hasta que el joven no lloró ante la tumba del padre, no acabó de cerrarse el círculo del pasado inconcluso. Así lo cuenta Obama en “Sueños de mi padre”, libro que lo consagró como escritor antes que como político.

Ahora la abuela africana hace campaña a su manera, abriendo las puertas de su pequeña casa a los medios estadounidenses, mostrando las paredes repletas de fotos del nieto y sirviendo a la visitas un vaso de cerveza en homenaje al lejano héroe, mientras desde el púlpito de New Hampshire, Obama hizo un llamamiento "a todos los líderes de Kenia", y en especial al presidente Mwai Kibaki, para que pidan a sus seguidores que "dejen de lado la violencia y encuentren una solución pacífica" a un conflicto que ha dejado 600 muertos y 12.000 desplazados desde las elecciones recientes. "Puede que gane el mejor hombre o puede que gane la mujer", admitió Sarah Obama, que lo conoce casi todo sobre Hillary Rodham Clinton. "Pero mi nieto sabe escuchar, y si le dan la oportunidad trabajará duro por América".

Media naranja

La esposa de Obama, Michelle Robinson, es negra y oriunda de la ciudad de Chicago, un modelo de la mujer estadounidense típica, que trabaja y atiende a la familia. Pero ella no hace ninguna concesión por el hecho de que su marido pueda convertirse en el próximo presidente, igual lo obliga a sacar la basura, a acudir a las citas en el colegio de sus hijas, Malia Ann, de nueve años y Sasha de seis, y a ir a terapia matrimonial cuando es necesario. Ella fue su jefa cuando Barak pasó un verano de becario en un prestigioso bufete donde Michelle era la inmediata superiora. Se casaron en 1992 y pudieron hacer una fortuna juntos trabajando como abogados de grandes empresas, pero prefirieron instalarse en un barrio humilde de Chicago y colaborar durante años con las parroquias para defender los derechos básicos del vecindario a una vivienda en condiciones o a un empleo digno.

Michelle, de 44 años sigue siendo la jefa. Obama cuenta que la llamó un día, siendo ya senador por Illinois, para anunciarle, orgulloso, que estaba a punto de conseguir que se aprobase una ley contra el tráfico de armas. Ella le informó escuetamente de que tenían hormigas en casa y que no se olvidase de comprar insecticida. Como Obama, Michelle también es alguien que se ha hecho a sí misma, desde el durísimo South East de Chicago hasta la elitista Universidad de Princeton. “Mis compañeros blancos siempre me consideraban primero una negra y luego una estudiante”. Además de trabajar y cuidar de las niñas, Michelle advierte a los votantes de que su marido “no es perfecto”. Su honestidad y carisma han sumado puntos a la campaña de Barak.

A un paso

Según las encuestas, la gran mayoría de los estadounidenses dicen que apoyarían a un candidato presidencial negro. Un sondeo de Gallup efectuado a principios del 2007 halló que sólo el 6% de los hombres y el 5% de las mujeres dijeron que no votarían por un candidato negro a la presidencia, un cambio político gigantesco en comparación con la manera de pensar de hace 50 años, cuando más de la mitad de los encuestados pensaban de esa manera.

Obama recibió protección del Servicio Secreto a principios del año pasado, la más anticipada de la historia para cualquier candidato presidencial y reconoció que algunas de las amenazas que había recibido tenían móviles racistas. Su sinceridad desarma. Y esa transparencia está cautivando a miles de votantes, más allá de las fronteras de género y raza: blancos, negros e hispanos; hombres y mujeres, que ven en él una síntesis de JFK y Martin Luther King. Que el senador Obama pueda convertirse en el primer presidente negro de Estados Unidos no es una quimera, y podría ser además el impulsor de un cambio que tocaría a todos. Sin duda la potencia del norte, ya sea con Barak o con Hillary, comenzará una nueva era alejada del régimen de Bush, un suspiro de alivio para el mundo entero. (Con datos de CNN, Terra, Proceso)


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